1/6/24

El rincón de los libros: Trilogía 'Las chicas de campo', de Edna O'Brien

 

Desperté sobresaltada y me incorporé de inmediato. Únicamente me despierto de esa forma cuando algo me angustia; aún así, en un primer momento, no recordé por qué tenía el corazón tan acelerado. Entonces recordé. La razón de siempre: él no había vuelto a casa.

¡¡He vuelto!! Confío en que me perdonaréis la laaaarga espera (cuatro años, ¡que se dice pronto!) pero he estado un poco liada viviendo (y leyendo, claro). He hecho un pequeño lavado de cara al blog, quitando entradas que me parecían anticuadas o pueriles (recordemos que, cuando empecé este proyecto apenas rondaba la veintena, y, como dice la jefaza máxima...

Así que sí, he destruido con gusto algunas entradas en las que ya no me veía representada para dar paso a otras nuevas. Las fotos no serán tan estupendas pero prometo contenido premium high quality para quienes quieran leerlo. 

¿Cuánto me durará la vuelta? Pues sabe Dios, la verdad. 

En fin, al lío, que nos acabamos eternizando si no. 

La trilogía de 'Las chicas de campo' está, como su propio nombre indica, compuesta por tres novelas. A saber: 'Las chicas de campo', 'Las chicas de ojos verdes' y 'Chicas felizmente casadas'. Como os podéis imaginar, se trata de una historia de crecimiento, concretamente, del desarrollo de dos jovencitas, Kate y Baba, que nacen en un pueblo de la Irlanda rural de los años 50 donde, ¡oh sorpresa! no hay ningún tipo de espacio para básicamente nada que se salga de lo convencional. Osea, ir a misa y agachar la cabeza (esto último en caso de que seas mujer). Si eres hombre tienes un bonus: poder emborracharte y pegarle a tu mujer para paliar tu frustración interna sin que haya consecuencia ninguna... Como se ha hecho toda la vida, ¿no? 

Los tiempos cambian... o no

La propia Edna O'Brien (que tiene 93 años y se parece un poco a Isabel Allende cuando ésta no tenía el pelo blanco), ha reconocido que la trilogía tiene tintes autobiográficos (SPOILER. SELECCIONA EL HUECO EN BLANCO PARA SEGUIR LEYENDO. ¡Si hasta el nombre del marido de Kate, Eugene, se parece al de su exmarido, Ernest! FIN DEL SPOILER).

Como os podéis imaginar, la trilogía causó bastante... incomodidad entre la gente de Tuamgraney (si, he tenido que copiar y pegar el nombre de Google para escribirlo bien), la aldea de O'Brien. Una anécdota curiosa: el párroco quemó tres ejemplares en la plaza del pueblo en plan Inquisición. Creo que la novela no le hizo demasiada gracia. No sé, ¿eh?
-¿Ha vuelto mi padre? 
-Sí, a cambiarse de camisa 
-¿Le ha pegado? 
-¿Acaso no tiene que pagarla con alguien cada vez que se emborracha? Si no es con ella, me toca a mí; y si no estamos ninguno de los dos, pues con el perro.
La causa de todo este hate radica básicamente en que las novelas hablan sobre cómo dos amigas se las apañan para intentar salir de ese ambiente opresivo y radical que puede ser la vida en un pueblo en el que no hay nada. Pero no solamente se trata de eso, sino que relata con bastante crudeza lo que hay ahí fuera, con sus luces y, sobre todo, con sus muchísimas sombras. O'Brien no se corta un pelo a la hora de mostrar el maltrato en todas sus formas, desde el físico, con el padre de Kate (la buenecita) moliendo a palos a su madre o, incluso a su propia hija si es necesario (no vaya a ser que haga algo diferente a lo que él quiere), hasta el emocional, pasando, por supuesto, por el económico o, incluso, la violencia vicaria. Son asuntos bastante duros (y que, desde luego, no esperas encontrarte en un libro que tiene florecitas en la portada) pero, lamentablemente, es el día a día de la gran mayoría de las mujeres que habitan en el mundo. Hombres que engatusan, engañan, que violan, (spoiler, ya sabes lo que tienes que hacer) que no tienen ningún reparo en dejar embarazadas a las mujeres y luego hacer el clásico si-te-he-visto-no-me-acuerdo, en una época en la que, recordemos, el aborto estaba prohibido y, en definitiva, castigan a las mujeres con toda la dureza con la que pueden. He de decir que también hay algunos hombres buenos (pocos), pero, la mayoría de ellos, son presentados como bobos o peleles (o acaban así). En resumen, respecto a los hombres en la novela: los que no son unos completos gilipollas abusadores, son tonticos. Tal vez porque resulta sencillo entender a las protagonistas, su forma de actuar y su evolución, la novela mantiene su actualidad hoy en día y no ha quedado en absoluto anticuada. Quiero decir, una ama a Jane Austen, pero a veces es difícil identificarse con el desarrollo de sus protagonistas porque los tiempos han cambiado, pero este no es el caso. 
Me puse en pie y dije, histérica:
- Quiero irme a casa.
- Eres una golfa frígida. Una golfa frígida -dijo él, y dio un largo trago de whisky.
-¡Y tú eres mezquino y asqueroso! - exclamé yo. Había perdido la compostura.
-¿Y para qué narices has venido entonces? -preguntó mientras yo me acercaba a la puerta y llamaba a Baba. 
Baba no es ni más ni menos que el alter-ego de la buena de Kate, que no quiere poner ni medio piecito fuera del redil porque es lo que le han enseñado (quien, a su vez, es el alter-ego de la propia autora, como ella misma reconoció en una entrevista en El País). Baba es una muchacha mucho más resuelta, que es consciente de que el mundo es difícil y de que una tiene que aprender a sacarse las castañas del fuego por sí misma, y, tal vez por eso, es la que sale mejor parada de las dos. Porque, pese al entorno de violencia en el que Kate ha crecido (y en el que se desenvuelve constantemente), ella está convencida de que el amor la salvará. Kate busca amor igual que lo hacen los del programa ese de La fiebre del Oro, y, con que encuentre solo una pepita, aunque sea pequeña, ínfima, ya se siente la mujer más afortunada del mundo. Es fácil entender a Kate, que solamente quiere que alguien honesto le de un abrazo y le garantice que ya pasó todo, que ya puede estar tranquila. Al fin y al cabo, todas nos hemos sentido así en algún momento. Este contraste entre ambas protagonistas es un elemento fundamental para darle agilidad a la novela y para que ésta no acabe resultando ni demasiado pringosa ni demasiado seca.

Una de las cosas que más me ha gustado de la trilogía es que refleja increíblemente bien los cambios, ya no solamente a nivel sociopolítico, sino también a nivel personal de las protagonistas. Ambas amigas (que mantienen una relación de amor-odio) van evolucionando juntas, aunque a veces tomen caminos separados. Sin embargo, nunca se llega a romper del todo ese vínculo y yo supongo que eso es la verdadera amistad (aunque Baba a veces sea una auténtica cabrona con Kate). Si Kate y Baba son una misma persona (es decir, la autora), la obra podría representar una especie de metáfora de las dificultades que una tiene que pasar hasta lograr estar en una cierta paz consigo misma, una armonía que, en todo caso, no proviene de las enseñanzas y expectativas más tradicionales (cásate, ten un hijo, cómprate un perro, vístete siempre combinando marrón, blanco y negro, y toda esa parafernalia, ya sabéis a lo que me refiero), sino que sea casi fuente de un sentido primario de la supervivencia. Porque eso es lo que ambas son en el fondo: supervivientes. Por si no lo habéis adivinado a estas alturas, O'Brien no se lleva especialmente bien con la iglesia católica. 
Hasta Baba se da cuenta de lo mucho que he cambiado, y me dice que como no deje de estudiar por las noches acabaré hecha una pobre desgraciada con gafas y zapatos planos. Lo que Baba no sabe es que por fin estoy aprendiendo a ser yo misma, y cuando sea capaz de expresarme imagino que no me sentiré tan sola ni tan lejos del mundo al que él intentó llevarme demasiado pronto.
Las dos primeras novelas están narradas íntegramente desde la perspectiva de Kate, pero, en la tercera, empezamos a tener también la visión de Baba, un personaje que, en las dos primeras obras es posible que nos parezca una auténtica gilipollas. Sin embargo, es al final cuando comprendemos que su único afán es escapar de todo, del tedio, de las expectativas, de la miseria. Baba es una piedra dura dura quenosepuedeaguantá (como diría La Faraona), aunque, claro está, también tiene su corazoncito. 
Hace poco nos lamentábamos, Kate Bradyy yo, mientras tomábamos unos tristes gin fizz en un bar del centro de Londres, de que nada nunca iría mejor en nuestras vidas, de que moriríamos en el mismo estado en el que nos encontrábamos: bien alimentadas, casadas, insatisfechas. 

Pese a toda la dureza que contiene, el libro está muy hermosamente escrito. O'Brien no se recrea en los pasajes más crueles, sino que, simplemente, los deja estar. Pasan. Tanto los buenos como los malos momentos están ahí y ambas protagonistas los viven como pueden y los solucionan como mejor les parece conveniente. Y tal vez ahí está la verdad que esconde la novela: en que la vida no se trata de alcanzar unas ciertas expectativas inexistentes, sino en hacer lo que buenamente se puede sin perderse por el camino.


¿Conocíais la trilogía? ¿Qué opináis? Contadme y... ¡nos vemos en la próxima aventura!

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