El rincón de los libros: Una canción de muy lejos, de A. F. Harrold

Después de cenar, Frank cogió la bici y se dirigió al parque.
«No te entretengas», le dijo su padre.
En la mochila llevaba unos cuantos carteles. Eran folios A4 que su madre había fotocopiado en el trabajo, con una fotografía de Quintilius Minimus en el centro y las palabras GATO PERDIDO encima. 

¡Hola a tod@s! Hoy vengo con una reseña de un libro que me ha tocado el corazón y el alma. Se trata de Una canción de muy lejos, del autor inglés A. F. Harrold quién, tras el éxito de Los imaginarios regresa con esta tierna historia de Frank y Nick, dos inadaptados en la escuela que sufren bullying y que comparten un secreto de lo más especial.

De otro mundo

Cualquier cosa que diga de lo maravillosa que es esta novela se va a quedar corto, así que prefiero que juzguéis lo que me ha encantado sabiendo que me lo he leído en una tarde, del tirón y sin poder despegar los ojos de las páginas. Es más, mientras lo leía me ocurrió algo que hacía mucho tiempo (me atrevería a decir años incluso), que no me pasaba: en un momento de la lectura tuve que pasar varias páginas para saber si acababa bien. Hacia muchísimo tiempo que no tenía esa sensación de NECESITO SABER QUÉ PASA A CONTINUACIÓN, NO PUEDO ESPERAR A LEER LAS DOS PÁGINAS QUE QUEDAN. 

Su historia le pareció satisfactoria. Era lógica y todo encajaba a la perfección. Normalmente le resultaba más fácil contarles a sus padres una versión abreviada de la verdad. Así evitaba que le hicieran un montón de preguntas indiscretas. Un perro furioso era mejor, menos humillante, que Neil Noble y sus matones. 

Aunque en un principio este libro pueda parecer "un libro para niños" he de confesar que yo, a mis 23 añitos (fiera) lo he amado y adorado desde la primera hasta la última página. ¿Sabéis todas esas veces que decimos que la literatura es una buena manera de conocernos a nosotros mismos? Este es uno de esos mágicos libros que, mientras uno lee, no puede evitar pensar en sí mismo, en si haría lo mismo que Frank o no. Esta obra es capaz de trascender verdaderamente el tiempo y el espacio y generar una catarsis hacia el lector, haciéndole viajar en una montaña rusa de sentimientos que nos permite conectar con nuestra parte más sensible y pura. La culpa, el miedo, el amor, los vínculos familiares, el odio, el perdón, la amistad, el arrepentimiento... Todos estos sentimientos están contenidos en 240 páginas y se van explorando uno a uno de una manera sencilla y natural. Al fin y al cabo, ¿no son precisamente éstos los sentimientos que vivimos en nuestro día a día? De alguna manera, tod@s nos hemos sentido humillados como Frank se siente, y tod@s hemos querido ocultar esa humillación tratando de evitar hablar de ello y hemos acabado comiéndonos nuestros temores con patatas aunque nada nos impedía realmente hablar de aquello que nos afligía. Por eso me parece un acierto increíble que la editorial haya elaborado una guía de lectura a través de la cual es posible trabajar con los más pequeños todos los sentimientos que aparecen en la novela y algunos más, como la empatía, de una manera sencilla y divertida. De todo corazón, mi más sincera enhorabuena a Blackie Books por elaborar estos contenidos para que tanto pequeños como mayores puedan sacarle el máximo partido y extraer del libro una gran enseñanza.

Torció a la derecha y, pedaleando más despacio, llegó  hasta la mitad de la calle de Nick. No había luz en las casas, las cortinas estaban corridas y las puertas, cerradas con llave. Ellas también dormían. Los coches, aparcados a ambos lados de la calle, tenían sueños metálicos en los que ganaban grandes carreras en países lejanos. 

La prosa del libro es bellísima. Te transporta desde la primera página al mundo interior de los niños, donde la fantasía y la realidad se entrelazan hasta tal punto que uno deja de ser capaz de distinguir la una de la otra. No solamente es una gozada sumergirse entre las palabras, sino que también nos ayuda a entender un poco más a nuestros protagonistas, a entrar en su pequeña burbuja de inocencia y sensatez, todo en uno.

De pronto se llenó de peces que nadaban a toda velocidad y se movían como si fueran uno solo y enorme, cambiando rápidamente de dirección todos a la vez. Cientos y cientos de peces plateados que se movían como si compartieran un único cerebro. Eso fue lo que sintió al oír aquella música débil y distante. 

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ESTO ES EL EJEMPLO PERFECTO DE A QUÉ ME REFIERO. 

Todo el libro es así. Todo. Se nota que el autor es poeta porque esta metáfora tan maravillosa no la consigue cualquiera. Mientras leía esto, sentí que lo vivía, me imaginé la melodía perfectamente en mi cabeza y me sentí exactamente como nuestra protagonista se siente. Conseguir unas sensaciones tan vivas en tan pocas líneas es una tarea harto complicada, y si unimos la prosa de A. F. Harrold con la belleza de las ilustraciones de Levi Pinfold, leer este libro se convierte en un gozo para los sentidos. Una canción de muy lejos os hará volver a ser niñ@s por unas horas. Pero no en el sentido más idílico de la expresión, sino en el sentido más literal: os hará volver a sentiros niñ@s con sus maravillosas ventajas, pero con sus horribles inconvenientes. Pero os prometo que es un viaje que no solamente merece la pena, sino que es más que recomendable revivir de vez en cuando. Porque a veces somos demasiado adultos y nos hace falta un poco de magia infantil.

Pero, ¿qué importaba eso? No tenía nada que ver con él, ¿no? Tenía que ver con ella y con quién quería ser. Ella quería ser mejor persona. Por lo menos, mejor que Neil Noble. No es que fuera una competición, sencillamente, quería serlo. 

En cuanto a los personajes, he de decir que están maravillosamente trazados. En el libro encontramos una línea más que palpable entre la esfera de 'los adultos' y la esfera de 'los niños' (la misma que, me atrevería a decir, se dibuja hoy en día en nuestra sociedad). El mundo de los adultos y el mundo de los niños se comportan como una recta tangente a una curva: únicamente se llegan a tocar en un punto específico, muy concreto. Todo lo demás, permanece ajeno tanto a los unos como a los otros. [ATENCIÓN: SPOILER. SELECCIONA EL HUECO EN BLANCO PARA SEGUIR LEYENDO] En el caso del punto de encuentro de Frank con sus padres sería en la desaparición del gato (un hecho que me ha recordado a Murakami en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (salvando las distancias, claro), mientras que, en el caso de Nick, sería el secreto sobre su madre. [FIN DEL SPOILER] Soy una amante de los personajes imperfectos (parece que en los libros el protagonista no puede cometer errores y si ocurre, se solucionan en dos páginas) y me ha maravillado que en este libro encontremos a niños que hacen cagadas de niños y que luego, como suele ocurrir, se arrepienten. Y no se arrepienten un poco, no. Se arrepienten con ese arrepentimiento que te hace pensar que ojalá pudieras cambiar un brazo por poder volver atrás en el tiempo y enmendar tu error. Experimentar este tipo de sensaciones de vez en cuando, aunque sea a través de las páginas de un libro, nos hace ir con mucho más cuidado en la vida. Así que de nuevo GRACIAS A. F. HARROLD POR ESTA MARAVILLA DE PAPEL.

―¿Por qué me dices todo eso? ―lo interrumpió Frank.
Su estómago se quedó un momento callado y entonces respondió:
―Sabes que yo solo soy... tú, ¿no?

Y los dibujos... ¿qué decir de los dibujos? ME ENCANTAN LAS ILUSTRACIONES. Parecen fantasmales, oscuras, pero también hay luz en ellas. Creo que captan bastante bien el espíritu de la obra, que es el mismo que el de nuestros protagonistas: tiernos y oscuros al mismo tiempo. Son niños, sí, pero los dos tienen sus sombras y sus miedos como una nube negra planeando sobre ellos, que se aparta en determinados momentos para que puedan atesorar los escasos pero maravillosos momentos de luz. Además, el hecho de que prácticamente toda la obra esté ilustrada (y no solamente unas pocas páginas) me parece algo maravilloso. Se nota que en cada página hay mucho mimo puesto por parte de todas las personas que lo han editado, y es imposible no sentir que se tiene una joya entre manos. 

Una de las increíbles ilustraciones de Levi Pinfold

Como podéis ver, me podría pasar horas y horas hablando de este libro, pero prefiero terminar replicando una palabras de J. A. Bayona que aparecen al final del libro. Él las usa para hablar sobre la otra novela de este autor, Los imaginarios, pero yo las voy a hacer mías para hablar de Una canción de muy lejos. «He tenido la suerte de descubrir de adulta el libro que me habría encantado leer de niña». Si este libro lo hubiese descubierto años antes, seguro que me habría sentido identificada con los protagonistas. Sin embargo, he tenido la suerte de descubrirlo ahora, y sé que es un libro al que regresaré de tanto en tanto para descubrir las respuestas del mundo de los adultos en el mundo de los niños. 

¿Vosotr@s conocíais este libro? ¿Qué os ha parecido? ¡Dejad vuestro comentario! Un beso enorme y...

¡Hasta la próxima aventura!