14/3/20

El rincón de los libros: Vozdevieja, de Elisa Victoria


El vestido de gitana de mi madre acecha oscuro encima del armario. Es verde con grandes lunares negros. Cuando se lo pone, es la mujer más guapa que ha pisado el planeta, pero lleva muchos meses ahí tirado y estoy harta de verlo desde la cama.
Vozdevieja es la primera novela de Elisa Victoria (Elisita como, por alguna razón, ha quedado en mi mente), en la que, de manera semi-autobiográfica, la autora nos cuenta la infancia de Marina, una niña de nueve años que se enfrenta a un largo verano en Sevilla, a una madre enferma y a la difícil tarea de descubrirse a sí misma. 

Chabeles, golosinas e incertidumbres

Vozdevieja no es un libro cómodo aunque, a la vez, es una obra en la que resulta inevitable verse reflejada en algún punto u otro. Es una novela que está escrita desde los márgenes, como si las lectoras viéramos un poco todo a través de una mirilla pero que, a la vez, nos arrastra hasta hasta nuestro propio pasado como por arte de magia. Vozdevieja es, tal vez, uno de los libros que he leído en los que mejor se capta lo terriblemente difícil que es ser niña (o niño). 

Me hace cosquillas. Grito y pataleo. El mundo es un lugar inestable y cruel y nadie está libre de sus peligros. Peso mucho ya, pero aún así me lleva en brazos hasta la pasarela de madera. Nos ponemos los zapatos y volvemos. Podría reconocerla con los ojos cerrados entre cien mil madres.
Hay muchas cosas que hacen que esta novela sea especial. Muchísimas. Pero creo que, la más grande de todas ellas es la sinceridad que lleva implícita. A menudo acostumbramos a ver a los niños casi como si de pequeños muñecos se tratase, pero, cuando echamos la vista atrás y nos paramos a pensar en nuestra propia infancia, de pronto se nos aparecen una serie de imágenes (a menudo inconexas), de momentos cotidianos en los que descubrimos lo complicado que era el mundo. ¿Desde la inocencia? Sí. Pero, aún así, resulta inevitable pensar en ese instante en el que uno no termina de entender muy bien todo lo que está pasando a su alrededor, por mucho que se esfuerce, por mucho empeño que le ponga. Porque la realidad es que a los niños nunca se les cuenta nada a pesar de que, cuando crecen (o ni tan siquiera eso), se presupone que lo saben ya todo. 
―¿Te gusta?
Me han enseñado a no decir mentiras, así que miro hacia arriba y sacudo la cabeza en señal de negación. Todo el mundo se desinfla. Pensaba que había hecho lo correcto, pero ahora me siento terriblemente culpable. La Tata agarra el regalo y se marcha hablando de devoluciones. Miro a mi madre encogida de hombros sin entender lo que acaba de pasar. Se agacha y me habla:
―Marina, hija, cuando te hacen un regalo tú tienes que hacer como que te gusta aunque no sea verdad.
―¿Por qué?
―Porque si no el que te lo ha regalado se pone triste.
―¿Por qué?
―Porque pensaba que te iba a gustar y le da pena no haber acertado.
―¿Y se ha puesto triste la Tata?
―Sí
―Pero yo no quería que se pusiera triste.
―Ya lo sé hija ―me abraza y suspira―. ¿Pero lo entiendes?
―Sí, lo que pasa es que entonces nunca me van a regalar nada que me guste.
―Tú dime a mí lo que te gusta y ya verás. Y si no te gusta algo que yo te regale me lo puedes decir que no pasa nada.
―¿Te has enfadado, mamá?
―No, no pasa nada, tú no sabías lo que había que hacer.
―¿Y la abuela?
―Tampoco.
―¿Y la Tata?
― No lo sé, pero si se enfada ya se le pasará, que tampoco era para montar un drama, si a la niña no le ha gustado pues que le den por culo al regalo, qué quieres que te diga. 
Vozdevieja, como os decía antes, es un libro complicado, casi tan complicado como somos las personas. Es un libro escrito desde la cotidianidad, desde las tardes de sol y los helados Frigodedo, pero es que, por mucho que nos empeñemos en lo contrario (gracias al cine por hacernos creer que las historias interesantes solamente existen si hay grandes dramas de por medio), la vida es eso que pasa en el día a día, mientras eres una niña que solamente intenta por un lado encajar y, por el otro, averiguar qué coño está pasando en el mundo que le rodea, ese mundo del que todo su entorno se empeña en mantenerla protegida, pero del que tan a menudo resulta imposible escapar. 

Es lunes y el colegio entero está de subidón porque vivimos en un barrio obrero y se supone que han ganado los nuestros. Hay gente del Betis y del Sevilla, de Izquierda Unida y del PSOE. Pero del PP ni uno. Nunca he escuchado a nadie decir que fuese del PP. 
Precisamente yo creo que es esa cotidianidad la que hace que la novela sea capaz de tocarte la fibra, de remover algo (que yo no sé muy bien qué es lo que es, para qué os voy a engañar), que te trastoca. Hay escenas en el libro con las que resulta imposible no sentirse identificada. ATENCIÓN SPOILER. SELECCIONA EL HUECO EN BLANCO PARA SEGUIR LEYENDO. Marina intentando con todas sus fuerzas encajar en su nuevo colegio llevando una revista para mayores que ha robado de casa, intentando demostrar a los demás que es más fuerte que ellos a pesar de que, en realidad, siente inseguridad porque sus compañeros le han puesto el apodo de Vozdevieja, que ella odia. Marina viéndose obligada a intentar "hacer amigos" en sitios como bares, restaurantes u hoteles cuando lo que en realidad quiere es quedarse en su entorno de confianza. Marina siendo feliz jugando con sus muñecas Chabel, a pesar de que muchas niñas prefieren las Barbies. Marina asustada porque su madre está enferma e igual se muere y tiene que irse a un colegio de monjas pero, en realidad, nunca llega a saber del todo qué es lo que le pasa porque nadie le ha dicho nada. Marina intentando, como la mayoría de los adultos que la rodean, lidiar con la vida. FIN DEL SPOILER

Que saque las mejores notas de la clase solo significa que soy la más intoxicada, la que más ganas tiene de prenderle fuego al edificio. Cuesta resistirse porque nos arrancan las cosas buenas que teníamos y rellenan los huecos de basura inservible. Nos anulan las defensas. Tengo miedo de quedarme sin espacio. Casi nunca nos enseñan cosas útiles, que nos ayuden a resolver la vida, a comprendernos, a tratarnos. En este sentido se limitan a intervenir cuando hay una pelea para preguntar quién ha empezado. Yo también me quiero ir del sistema, solo estoy disimulando porque sé que al otro lado no hay casi nada. 

Como os podéis imaginar, el libro está plagado de referentes femeninos. La abuela de Marina, su madre, sus amigas, incluso las Chabeles. El entorno de confianza de la pequeña es mayoritariamente femenino, pero, a la vez, nos muestra distintos modelos de mujer, cosa que me parece precioso. En primer lugar, la madre de Marina es una mujer que, ante todo, es libre. Ha tenido muchos novios, habla mal, está enferma pero fuma y le explica a su hija cosas que otras mujeres mantendrían ocultas. Para ella todo parece fácil, pero, en el fondo, nada lo es. En el fondo solamente es una mujer intentando vivir la vida como le dé la gana (que ya es difícil) y tratando, a la vez, de cuidar de su hija lo mejor posible.

En la vida todo es guerra en mayor o menor escala, me dice. En ella parece muy fácil y natural actuar como una guerrera. Temo estar decepcionándola en lo que a agallas se refiere. 
Mi personaje favorito, sin duda (sin contar a Marina, claro, con quienes ya os he dicho que resulta imposible no identificarse), es la abuela. La abuela es la persona más guay con la que una podría haberse criado. Fuma mientras caga. Respeta el espacio de Marina, le hace filetes empanados, le da Donetes y habla con ella de igual a igual de cosas de las que nadie más le habla. De amantes. De coplas. Del pasado. Le hace los vestidos como le gustan, incluso aunque el resto de niños se rían de ella. Con su abuela, Marina puede ser ella misma.
―Abuela, ¿tu crees que eras buena amante? ―pregunto tras reflexionar unos instantes.
―Hija mía, yo que sé, eso una no lo sabe, lo tendrían que decir quienes se han acostado conmigo.
―Verdad, hija, qué lástima. Le hubiera gustado a tu abuelo conocerte.
―¿Sí, tú crees?
―Claro que sí, niña. Con el talento que tú tienes. 
Otra de las cosas que se trata en el libro, y que resulta muy chocante (como la mayoría de los asuntos que se hablan en la novela), es el descubrimiento de la propia sexualidad. Este es un tema complicado, porque no se suele hablar mucho de él. Es algo que los adultos suelen ignorar pero, que, sin embargo, está ahí latente. Marina tiene nueve años y está en ese punto en el que aún es niña pero ya pronto dejará de serlo. Todas hemos pasado por ese momento. Cuando quieres seguir jugando con muñecas pero ves que, a tu alrededor, el resto de niños están empezando a cambiar sus hábitos. Cuando aún llevas el bañador de braguita pero tu amiga ya se pone la parte de arriba, a pesar de que no tiene nada que tapar. Cuando descubres qué es el sexo pero a la vez te encanta pasarte los sábados por la mañana viendo dibujos animados. Esta es, en mi opinión, una de las fases más complicadas por las que pasamos. Y ese es justo el momento en el que está Marina. Por eso resulta tan fácil empatizar con ella. Porque acabas entendiéndola, quieras o no.

Ojalá cuando sea mayor resulte tan fácil ponerse de acuerdo con alguien para follar. Con esta información, Inma me ha dejado claro que necesita juegos voluptuosos para no aburrirse. Está a punto de agotar el chicle de la infancia para entrar en la pubertad. La entiendo bien, puedo sentir esos cambios de registro a la vuelta de la esquina, el acecho de la burbuja de fantasía explotando, salpicándote los ojos con jabón. Lo que me da rabia es que ella hable del pasado con cierto desprecio, como si se le hubiera olvidado que también era persona hace dos veranos. Me molesta lo rápido que la gente aplasta a los que ayer eran sus semejantes cuando suben de nivel. 
En definitiva, Vozdevieja es un libro tan sincero que abruma, pero que, a la vez, te hace sentir cómoda. Te lleva inevitablemente a esos veranos de cuando eras niña, cuando los días eran iguales y diferentes al mismo tiempo, a cuando tus amigos te llamaban para jugar y cuando el calor no era un problema. Vozdevieja es un libro pensado para todas aquellas personas "adultas" que aún mantienen un trocito de cuando eran pequeños en su corazón, que tengo la impresión de que somos la mayoría. Vozdevieja es un libro para quienes nunca han dejado de crecer.



Y aquí os dejo, para quienes no conozcáis a las muñecas Chabel (yo crecí con las Barbies) un anuncio de algo que, de haber visto por la tele, jamás me habría cansado de pedir a los Reyes Magos:



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3 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Tengo muchas ganas de leer la novela^^
    Si es que todo lo que cuentas me devuelve a mi infancia, exceptuando lo de las muñecas que yo también era de Barbies, la verdad.
    A ver si cuando acabe la cuarentena me lo puedo comprar.
    Por cierto, buenísimo el párrafo de la abuela y sus amantes XD
    ¡Un saludo!

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    Respuestas
    1. Hola!!

      Yo también era de Barbies!! Es muy entretenido y te echas unas buenas risas
      😚😚

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  2. Hola a todos aquí,
    Mi nombre es Dylan Brandon, soy del Reino Unido y una vez fui paciente con cáncer de mama.
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