El Rincón de los Libros: El secreto de Turandot, de Elisa Santos

Da igual los años que uno lleve en esta profesión. Salir a escena da miedo, no es de esos miedos paralizantes que te impiden reaccionar, más bien se trata de un temor similar a un vértigo. Al principio, a casi todos nos tiembla la voz por los nervios, pero luego aprendes a controlarlo o en el peor de los casos a disimular. 

El secreto de Turandot es la primera novela de Elisa Santos, licenciada en Derecho y con un posgrado en Criminología. El libro cuenta la historia del verano que marcó la vida de Lucien. Castigado por decidir a sus quince años tomarse un año sabático, se ve encerrado sin nada que hacer en una habitación de la residencia de ancianos donde trabaja su madre. Pero, pronto, y con la ayuda de su amiga Violeta, tendrá que resolver un misterio relacionado con una ópera que le encanta: Turandot. 

Esperanza, sangre y Turandot

Por primera vez desde que tengo este blog os confesaré que no tengo para nada claro qué es lo que la autora ha tratado de transmitir con este libro. No sé muy bien si es un libro sobre el proceso de madurez del joven Lucien o si es un libro sobre el amor o si es un libro sobre la ópera. Sinceramente, no sé muy bien sobre qué es este libro, y eso es algo que me desconcierta.

Empecé este libro con muchas ganas. Aunque no soy tan fanática como el protagonista, no negaré que la música clásica y la ópera me gusta, y eso fue lo que más me llamó la atención de este libro. Me esperaba un thriller increíble, lleno de misterio y de música. Y en su lugar, me he encontrado una historia bastante insulsa, un protagonista engreído y vanidoso y con una trama que hace aguas.

Para empezar, el tema de la 'vista desde el pasado' está muy poco conseguida. El libro pretende ser un recuerdo de la vida de Lucien, pero la historia del presente se reduce, básicamente, al primer y al último capítulo, de tal manera que pronto descubrimos el pastel. He echado de menos un poco de mezcla entre pasado y presente, aunque no fuese la gran cosa (la autora podría haber relatado esta historia en el trayecto en el que Lucien se va a su casa, por ejemplo, de tal manera que averiguaríamos si el protagonista logró madurar en ese verano o no), pero eso le aportaría un poco más de complejidad a la obra, y la haría menos lineal y más profunda. 

—El único responsable de tus actos eres tú, mientras eso no lo aceptes seguirás siendo un niño —se hizo una pausa como si dudara de lo que iba a añadir, pero prosiguió—. Si esa amiga tuya te está demostrando que no eres ni tan inteligente ni tan maduro como tú te imaginabas, pues créeme que me alegro infinitamente de que la hayas encontrado. Muchas de las personas que a veces se cruzan por azar en nuestro camino terminan por darle un sentido a la vida.

Por otro lado, está el tema del famoso enigma. No sé si es porque la historia es tal vez una historia sencilla o porque la autora tampoco tenía muchos más recursos para desarrollar un misterio en una residencia de ancianos, pero me pareció un enigma un poco carente de sentido. Al final la autora lo justifica pero, tal vez sea porque no era lo que yo esperaba, me pareció muy simple. El hecho de que Lucien se lo tomase tan a pecho me parecía absolutamente irreal. Luc es un niño asquerosamente repelente y engreído que se las da de sabelotodo pero que en realidad es profundamente inútil. Le odio muchísimo, y, a medida que va avanzando la novela le odié aún más. Si eso es lo que pretendía la autora, solamente puedo decir que ole por ella, porque lo ha conseguido.

El enigma que se plantea en la novela consiste en una especie de juego de búsqueda del tesoro, pero no hay premio ni nada. Simplemente es la búsqueda y ya está. Pero, dado que la respuesta a los tres enigmas es la misma que la de la ópera Turandot, me pareció que el juego tenía bastante poca chicha, la verdad. Probablemente, repito, es porque me esperaba otra cosa, un misterio de verdad tipo el fantasma de la ópera o algo así, y en su lugar, me he encontrado con esto. Y claro, me ha decepcionado. 

La música clásica hay que sentirla, tiene que provocarte emociones, tienes que estremecerte, debes notar que los ojos se te humedecen, como el bello [sic] se te eriza y cómo un nudo en la garganta casi no te deja respirar. Cada ópera es una metáfora de la vida, es un retazo de la existencia humana, es un momento sublime donde confluyen lo mejor y lo peor del individuo. Las grandes pasiones, los celos, la venganza, la mentira. Así es la ópera y para entenderla debe ser vivida.

 En cuanto al estilo, la verdad es que no me ha gustado demasiado tampoco. No es que el libro esté mal escrito, porque no lo está, pero hay demasiadas citas que no vienen para nada a cuento. Y eso es algo que odio mucho porque me parece que se trata de un intelectualismo innecesario, que no pega para nada con un chaval de quince años. Entiendo que Lucien sea un personaje pseudointelectual, y me parece una hipocresía terrible que sea algo que critique de los demás personajes pero que se aplique a él mismo sin problemas. Hay muchas citas y muchos mitos que están metidas con calzador, que no son necesarias porque no aportan nada a la historia y que sobran completamente. No se si la autora ha querido hacer alarde de su gran cultura o de si, de nuevo, ha querido hacer de Lucien un personaje muy insoportable. Pero hay partes que sobran.

Aunque no todo ha sido tan horriblemente malo. Hay cosas que me han gustado bastante, como por ejemplo, reflexiones acerca de lo que significa hacerse mayor o madurar o ideas sobre la música clásica, que sí que me parecieron muy interesantes. El libro está muy bien maquetado y es cómodo de leer. Además, he aprendido bastante sobre música clásica, en especial sobre la ópera Turandot, y eso es algo que, como ya os he comentado, buscaba cuando elegí este libro. 

Ansiamos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos más felices de lo que son en realidad. 

Otra cosa que me ha gustado mucho es la manera en la que se muestra a los personajes que están un poco "al margen de la sociedad". En la novela abundan los personajes que están locos, los ancianos, la gente que no tiene otro lugar al que ir. Me ha fascinado cómo el libro muestra que se puede aprender de los más mayores, algo que, a menudo, no se tiene para nada en cuenta. El hecho de que sean este tipo de personas "marginadas" las únicas que tienen el valor de echarle en cara al protagonista sus defectos me pareció algo genial (y muy necesario). En este sentido, creo que la autora se sale a la hora de reflejar la visión general que tiene la sociedad acerca de la tercera edad, la hipocresía que rodea al trato con nuestros mayores y la poca atención que se les presta, como si se tratasen de juguetes rotos a los que se mantiene solamente por cumplir. Los personajes están muy bien construidos, y eso es algo que merece la pena destacar. 

Las personas nacen y mueren a diario en un sentido figurado y más aún si se ven obligadas a enfrentarse a una experiencia traumática. 

Por último, también os diré que el libro tiene algunas frases muy bonitas, y ciertas reflexiones que me hicieron pararme a pensar. La novela destila amor por la ópera y la música clásica, y, en este sentido, le agradezco a Elisa el haber escrito esta obra porque la ópera es un tipo de música maravillosa que, lamentablemente, goza de muy mala fama. Creo que esta es una novela de crecimiento y de maduración, tanto para el personaje como para la propia autora. No es que resulte un libro imposible de leer, al contrario, hay momentos en los que engancha, pero Elisa aún tiene que mejorar en muchos aspectos. Os repito que tal vez fuese porque yo me esperaba una cosa diferente, pero al libro le falta más acción y menos reflexión. Menos citas de Blazac y más profundidad en la trama. La autora, sin duda, tiene que seguir trabajando para, en el futuro, lograr que todos estos elementos estén presente de una manera mucho más cohesionada. 

¿Habéis leído este libro? ¿Qué os pareció? ¿Os gusta la música clásica? ¡No olvidéis vuestro comentario! Mil besitos y...

¡Hasta la próxima aventura!