“Llegó el momento en el que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo. No era necesaria ninguna cualificación para ser detenido. Las redadas se producían en cualquier lugar: se llevaban a todo el mundo, sin derogación posible. El único criterio era ser humano.”
LA EDITORIAL: Anagrama
LAS PÁGINAS: 166
LA AUTORA: Amélie Nothomb es una
escritora belga, bastante conocida tanto en Francia como en Bélgica. Destaca
por su estilo directo y por la curiosa (y mordaz) manera que tiene de dirigir
sus críticas a la sociedad contemporánea. Aunque asegura que escribe tres
novelas cada año, solamente publica una. Desde 1992, cada 1 de septiembre, sale su nuevo libro. Es una autora que suele levantar ampollas, tanto por su estilo (que
ha sido calificado desde pedante hasta cómico) como por los temas que trata en
sus obras, que suelen ser bastante polémicos.
EL ARGUMENTO: Cuenta la historia
de Concentración, un ‘reality show’
cuya dinámica se basa en la de un campo de concentración nazi. Una serie de
individuos, que no se conocen entre ellos y que son secuestrados
aleatoriamente, han de tratar de sobrevivir el máximo tiempo posible mientras son sometidos a la tortura de los kapos y a los trabajos
forzados. Todo se empieza a descolocar cuando una de las kapos, Zedna, se
enamora de Pannonique, la favorita de la audiencia, y trata de salvarla.
LOS PENSAMIENTOS: Ácido sulfúrico es, sin duda, una mordaz
crítica a la sociedad actual que se ha vuelto insensible al dolor ajeno
únicamente porque se cree que está protegida por encontrarse detrás de la
pantalla del televisor. Pannonique, que trata de salvar a sus compañeros, se
convierte sin quererlo en un producto televisivo, una mercancía para ganar
dinero. Y, curiosamente, lo hace criticando al programa.
El libro es una especie de
análisis de qué ocurriría si un programa semejante se llevase a cabo, algo que
da miedo de lo factible que resultaría a medida que uno va avanzando en la
lectura. Está plagado de situaciones que, pese a que a priori pueden parecer
absurdas (la audiencia votando quién será el siguiente en morir) acaban no
pareciendo tan desternillantes cuando uno las compara con otros reality shows. Es
una ventana por la que nos asomamos a nosotros mismos, a nuestros particulares
pozos de mierda que, como sociedad, nos hemos creado. Así, no solamente se
trata de una crítica a la cultura de la televisión, del apalancamiento y del
tedio colectivo, sino también a la propia naturaleza humana, que es capaz de
tomar con gusto el papel de verdugo únicamente porque se siente protegida por el
grupo.
Además, también analiza en cierto
modo la idea de ‘el fin (ganar dinero, tener el poder) justifica los medios
(desarrollar el reality, maltratar a los prisioneros)’ al tiempo que lanza un
dardo directo a la cabeza de las personas con un mensaje muy claro: “Si no lo
consumes, no se fabricaría. El poder lo tienes tú y no puedes huir o excusarte
por ello porque eres tan culpable del sufrimiento ajeno como cualquier otro.”
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